Sindicatos españoles aseguran que convocatoria a huelga fue un "éxito"
El secretario general de una de las mayores agrupaciones de trabajadores
insistió en que el Gobierno debe corregir la reforma laboral.
España vivía este jueves una huelga general, con algunos incidentes aislados,
que culminará en una gran manifestación en Madrid contra la reforma laboral y
las políticas de rigor decretadas, bajo estrecha vigilancia de la Unión Europea,
por el gobierno del conservador Mariano Rajoy.
"Esta huelga ha sido un éxito democrático y social sin discusión", aseguró
Cándido Méndez, secretario general de UGT, uno de los dos principales sindicatos
españoles y convocante de la movilización junto con la otra central mayoritaria,
la CCOO.
Méndez avanzó una participación media del 77%, mientras que su homólogo de
CCOO, Ignacio Fernández Toxo, precisaba: "la incidencia es superior en los
sectores industriales y algo menor en el ámbito de los servicios".
"Nuestro fin es que el gobierno corrija en profundidad la reforma laboral",
insistió Méndez.
Consciente de que España vuelve a ser tema de preocupación para sus socios
europeos, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, buscó dar una imagen de firmeza y
aseguró que la "agenda reformista es imparable".
"Las partes frontales de la reforma (laboral) no se van a cambiar porque
entendemos que son las necesarias para volver a un crecimiento económico que se
transforme cuanto antes en creación de empleo", aseguró.
Incidentes
La secretaria de Estado señaló que la movilización se desarrollaba "con
absoluta normalidad y sin incidentes importantes".
Algunos de los problemas más destacados tuvieron lugar en Barcelona, donde 17
personas fueron detenidas después que la policía cargara en el centro de la
ciudad contra grupos de jóvenes que incendiaron contenedores y dañaron
mobiliario urbano.
Tanto en Barcelona como en Madrid, desde primeras horas de la mañana piquetes
de huelguistas acudieron a las puertas de mercados centrales, grandes bancos y
empresas.
Centenares de ellos se concentraron posteriormente en el centro de Madrid,
como preludio de la gran manifestación, que debía culminar por la tarde la
movilización, vigilados por un imponente dispositivo policial que ocupó la
conocida Puerta del Sol.
"Así, así. Ni un paso atrás con la reforma. Huelga general", coreaban los
manifestantes.
Junto a los sindicatos, el movimiento de los "indignados" también quiso
protestar a su manera con una gran manifestación en bicicleta, ralentizando el
tráfico y durmiendo en la calle una enorme "siesta colectiva".
"Tenemos que enviar un mensaje claro al gobierno de que no pueden hacer todo
que les dé la gana sólo por tener una mayoría", afirmaba Marta Rosado, una
oficinista de 28 años que lucía una etiqueta de "En Huelga".
Sindicatos e indignados protestan contra una reforma del mercado laboral,
aprobada el pasado 11 de febrero por el gobierno de Mariano Rajoy con el fin de
relanzar la creación de empleo, en un país con una tasa de paro récord del
22,85%, que castiga especialmente a los jóvenes de menos de 25 años (48,6%).
Los organizadores de la huelga consideran que la reforma sólo abarata el
despido y aumentará la destrucción de empleo.
"Entiendo que hagan la huelga. La reforma sólo sirve para que te echen más
fácilmente y con menos dinero", indicó Pedro Moreno, vestido con su uniforme de
reponedor de un gran supermercado de las afueras de Madrid.
"Pero no están los tiempos para andar perdiendo días de trabajo", añadió este
hombre de 32 años en la madrileña Plaza de Castilla, uno de los principales
nudos de comunicaciones del norte de Madrid, mostrando el miedo que comparten
muchos trabajadores a perder un día de salario y que podría pesar en el
resultado final de la huelga.
La movilización, la sexta desde el restablecimiento de las libertades
sindicales en 1977, tiene lugar un día antes de que el gobierno apruebe el
viernes los presupuestos generales para 2012, que se anuncian rigurosamente
austeros, y serán mirados con lupa por los ministros de Finanzas del Eurogrupo
reunidos al mismo tiempo en Copenhague.
El gran objetivo del Gobierno es reducir el déficit público español al 5,3%
del PIB pactado con la Unión Europea, tras un gran desvío que lo llevó hasta el
8,5% en 2011, para lo que, según distintos cálculos, se necesitará un ajuste de
entre 41.500 millones y 55.000 millones de euros.
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