El festival Lollapalooza aumentó de estatura con Björk
Con imaginación, tecnología y riesgo, la artista islandesa dio por lejos el
mejor show de toda la primera jornada del festival.
Hasta las 21.00 había sido un festival internacional de rock promedio. Pero el
aterrizaje de Björk esta noche en Lollapalooza disparó ese festival en una
dirección nueva y lo transformó en algo distinto, a mucha distancia de las
convenciones de la música rock y pop que se dan en este tipo de espectáculos
masivos.
La cantante islandesa cerró la primera jornada de esta segunda
versión santiaguina de Lollapalooza con una suma de recursos tecnológicos,
imaginación y vocación por el riesgo, combinados en el mejor show del día. No
hubo concesiones, sino más bien una buena parte de canciones de su reciente
disco Biophilia (2011), de modo que su concierto fue una invitación a conocer en
vivo la propuesta actualizada de una de las artistas más creativas de su
tiempo.
Ya su conformación en el escenario es un desafío, acompañada por
dos músicos –uno a cargo de las bases y otro en la percusión– y por el coro de
diecisiete mujeres a sus espaldas. Con esas herramientas, más el apoyo
permanente de las proyecciones visuales en cinco pantallas simultáneas, Björk
recreó en directo canciones de diversa data como "Hunter", "Hidden place" y
"Crystalline", de sus discos Homogenic (1997), Vespertine (2001) y el mencionado
Biophilia (2011). Y si hubo que remitirse más atrás, transformó por completo a
"One day", una de las melodías de su recordado disco Debut
(1993).
Recién hacia el tramo final del concierto el repertorio se
volvió más bailable, con "Náttúra" y "Declare independence" guardadas para un
cierre de alta intensidad. "Mi español es impecable", ironizó ella con un fuerte
acento, pero el idioma no fue obstáculo para su comunicación con el público, y
la mejor despedida fue el bonus track que salió a dar con "Army of me", el
colosal impacto radial de su disco Post (1995). Sólo eso faltaba para completar
la mejor oferta de toda la primera jornada: con imaginación, tecnología y
riesgo, pero también con grandes éxitos, Björk subió la estatura de Lollapalooza
con su concierto.
Mientras en el Perry Stage, Calvin Harris se encargó de encender a su público
con una verdadera fiesta electrónica. Con un Arena casi lleno, el escocés no
dejó de hacer bailar a sus fanáticos que a gritos le respondían cada vez que el
DJ agarraba el micrófono para decir "Santiago de Chile".
Fueron miles los asistentes al show que obligó en un momento a la producción
a cerrar las entradas principales haciendo que quienes querían ser parte de la
fiesta accedieran por platea alta.
Sin mayores accidentes, salvo algunas personas con ataques de histeria tras
el show de Arctic Monkeys, terminó la primera jornada de Lollapalooza
2012,
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